miércoles, 8 de diciembre de 2010


Mi cama huele a tu esencia aunque el tiempo ha pasado. Mi cuerpo reclama la presencia de tu calor que me venga a cobijar durante las frías noches, que curioso te digo yo.


Me haces falta, tanto que no dejo de soñarte ni siquiera estando en un mismo sueño cobijada alrededor de los brazos de Morfeo.


A lo que tú me respondes, menos curioso y más masoquista, mis labios se rehúsan a olvidar tu sabor.


Y yo sinceramente pienso en que las madrugadas no se hicieron para dormir; sino para amar, soñar despierto y amanecer suspirando...

1 comentario:

:) dijo...

Amar soñando, pese aún despierto.